Èxtasi (Vida 20,3-8 i 12)

[3] En estos arrobamientos parece no anima el alma al cuerpo, y ansí se siente muy sentido faltar d’él el calor natural; vase enfriando, aunque con grandíssima suavidad y deleyte. Aquí no ay ningún remedio de resistir, que en la unión, como estamos en nuestra tierra, remedio ay: aunque con pena y fuerça, resistir se puede casi siempre. Acá, las más vezes, ningún remedio ay, sino que muchas, sin prevenir el pensamiento ni ayuda ninguna, viene un ímpetu tan acelerado y fuerte que veys y sentís levantarse esta nuve o esta águila caudalosa y cogeros con sus alas.

[4] Y digo que se entiende y veysos llevar, y no sabéys dónde. Porque, aunque es con deleyte, la flaqueza de nuestro natural haze temer a los principios, y es menester ánima determinada y animosa mucho más que para lo que queda dicho para arriscarlo todo, venga lo que viniere, y dexarse en las manos de Dios e yr adonde nos llevaren, de grado, pues os llevan aunque os pese. Y en tanto estremo, que muy muchas vezes querría yo resistir, y pongo todas mis fuerças, en especial algunas que es en público y otras hartas en secreto, temiendo ser engañada. Algunas vezes podía algo, con gran quebrantamiento: como quien pelea con un jayán fuerte, quedava después cansada; otras era impossible, sino que me llevava el alma y aun casi ordinario la cabeça tras ella, sin poderla tener, y algunas todo el cuerpo hasta levantarle.

[5] Esto ha sido pocas, porque como una vez fuesse adonde estávamos juntas en el choro y yendo a comulgar, estando de rodillas, dávame grandíssima pena, porque me parecía cosa muy extraordinaria y que avía de aver luego mucha nota; y ansí mandé a las monjas (porque es aora después que tengo officio de priora) no lo dixessen. Mas otras vezes, como començava a ver que yva a hazer el Señor lo mismo (y una estando personas principales de señoras, que era la fiesta de la vocación, en un sermón), tendíame en el suelo y llegávanse a tenerme el cuerpo, y todavía se echava de ver. Supliqué mucho al Señor que no quisiesse ya darme más mercedes que tuviessen muestras exteriores, porque yo estava cansada ya de andar con tanta qüenta, y que aquella merced no podía su Magestad hazérmela sin que se entendiesse. Parece ha sido por su bondad servido de oyrme, que nunca más hasta aora la he tenido; verdad es que ha poco.

[6] Es ansí que me parecía, quando quería resistir, que de debaxo de los pies me levantavan fuerças tan grandes que no sé cómo lo comparar, que era con mucho más ímpetu que estotras cosas de espíritu, y ansí quedava hecha pedaços; porque es una pelea grande y, en fin, aprovecha poco quando el Señor quiere, que no ay poder contra su poder. Otras vezes es servido de contentarse con que veamos nos quiere hazer la merced y que no queda por su Magestad, y resistiéndose por humildad, dexa los mismos effetos que si del todo se consintiesse.

[7] Los que esto haze son grandes: lo uno, muéstrase el gran poder del Señor y cómo no somos parte, quando su Magestad quiere, de detener tampoco el cuerpo como el alma, ni somos señores de ello, sino que, mal que nos pese, vemos que ay superior y que estas mercedes son dadas d’Él y que de nosotros no podemos en nada nada; e imprímese mucha humildad. Y aun yo confiesso que gran temor me hizo, al principio grandíssimo, porque verse ansí levantar un cuerpo de la tierra, que aunque el espíritu le lleva tras sí y es con suavidad grande si no se resiste, no se pierde el sentido; a lo menos yo estava de manera en mí que podía entender era llevada. Muéstrase una magestad de quien puede hazer aquello que espeluza los cabellos, y queda un gran temor de offender a tan gran Dios; éste, embuelto en grandíssimo amor que se cobra de nuevo a quien vemos le tiene tan grande a un gusano tan podrido, que no parece se contenta con llevar tan de veras el alma a sí, sino que quiere el cuerpo, aun siendo tan mortal y de tierra tan suzia como por tantas offensas se ha hecho.

[8] También dexa un desasimiento estraño, que yo no podré dezir cómo es. Paréceme que puedo dezir es differente en alguna manera, digo, más que estotras cosas de sólo espíritu; porque ya que estén quanto al espíritu con todo desasimiento de las cosas, aquí parece quiere el Señor el mismo cuerpo lo ponga por obrar, y házese una estrañeza nueva para con las cosas de la tierra, que es muy más penosa la vida. […]

[12] […] Lo más ordinario, en viéndose desocupada, es puesta en estas ansias de muerte, y teme, quando vee que comiençan, porque no se ha de morir; mas llegada a estar en ello, lo que uviesse de vivir querría durar en este padecer; aunque es tan excessivo que el sugeto le puede mal llevar, y ansí algunas vezes se me quitan todos los pulsos casi, según dizen las que algunas vezes se llegan a mí de las hermanas que ya más lo entienden, y las canillas muy abiertas, y las manos tan yertas que yo no las puedo algunas vezes juntar; y ansí me queda dolor hasta otro día en los pulsos y en el cuerpo, que parece me han desconyuntado.


TLa vida de la madre Teresa de Jesús y algunas de las mercedes que Dios le hizo, escritas por ella misma […], dins Los libros de la madre Teresa de Jesús, fundadora de los monesterios de monjas y frayles carmelitas descalços de la primera regla, Barcelona: Jaume Cendrat, 1588, ff. 101-105.

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